viernes, 12 de abril de 2013

[memento] De la sensibilidad a la ética


Quiero volver sobre algunos puntos comentados en una reciente conferencia sobre ética y política. Me llamó la atención una presentación del tema desde la pregunta ¿el bien o lo legal?, la referencia a la filosofía, insistiendo particularmente sobre el papel de Aristóteles, la evocación de la alteridad y el extraño con respecto a la justa interdependencia. Siento que un acercamiento a una definición de la ética pasa por un embudo o más bien se pierde en una espesa niebla cuando se busca unas referencias fuera de la vivencia misma del ser humano.
Intento aquí acercarme a la noción de ética desde la vivencia.
 El ser humano nace con un potencial, la imaginación y la inteligencia que le permiten desarrollar las demás facultades, la razón, el entendimiento, la memoria con el aprendizaje.  Se cría en un entorno que lo moldea: se le enuncia el "bien" y el "mal" desde  una moral religiosa o laica, unos "derechos" y unos "deberes" desde unas instituciones establecidas por la sociedad humana a la que pertenece. Lo que se moldea es su imaginación y su inteligencia, lo que se limita es su potencial afectivo y creativo, lo que se define es su campo de acción para asegurar su supervivencia y, si posible, un cierto bienestar. Su entorno es una cuna que prepara su individualidad. Puede quedarse en este estado pre-individual, transformar su potencial en poder,  o aprovechar sus circunstancias y su potencial para individualizarse.
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¿Puede el ser humano contar con la pedagogía  cuando es ésta la que lo moldea desde los conocimientos acumulados y transmitidos? ¿Necesita el humano de estos conocimientos para descubrir su potencial? ¿Necesita de las experiencias transmitidas para comprender sus propias circunstancias?
Puede ser que todos estos elementos sean necesarios,  pero corrompen.
Lo que se transmite está cargado de historia interpretada, de los mitos y símbolos de su sociedad, de conceptos fijados, bloqueados cuando son generalmente evolutivos. La fuerza de los dogmas se suele imponer sobre los matices del evento.
Puede ser que todos estos elementos sean necesarios pero ¿son suficientes?
La transmisión del conocimiento y de la experiencia de un humano a otro ha de acompañar el potencial de este otro, su capacidad, su sensibilidad para no corromperlo.
Pero el humano debe acompañarse a sí mismo en su aprendizaje. Si reconoce la cuna y los moldes con que lo han criado como suyos, identificándose con la moral, con los derechos y deberes  enunciados en su sociedad, si acumula los conocimientos transmitidos para aplicarlos, si actúa desde la copia y la repetición, si acompaña a sus propias experiencias con una reflexión hecha desde estas copias y repeticiones, entonces no puede descubrir su potencial ni comprender sus circunstancias como para actuar desde su propia sensibilidad.
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Una sensibilidad moldeada no puede expandirse si el humano a quien pertenece no se distancia de su molde y de sus identificaciones – con su familia, con su entorno, con su cultura, con su historia –hasta  poder tenerlos en la mano, hasta poder descubrir que lo que le mueve en cualquier evento es más de lo que le han dado y con lo cual se había identificado.
Este más es la revelación de su verdadero potencial. Vibra en su interior, desarrolla su intuición, su imaginación y la inteligibilidad de todas las cosas que le rodean o que él mismo vive. La consciencia se vuelve mera herramienta de la percepción sensible. Este más es lo que hace que  el humano sepa.
Sabe lo que es correcto y lo que no lo es.
Su sensibilidad agudizada crea la distancia crítica con los pensamientos –los  propios y de los demás.
Esta sensibilidad es la que permite vislumbrar la distancia entre la subjetividad y  la necesaria y difícil objetividad para el vivir con los demás: vivir la interdependencia entre humanos y entre la humanidad y su espacio-tiempo (ver el DossierCON LOS DEMÁS en el Blog memento).
Es esta distancia asentada en el humano, este discernimiento, lo que permite realizar los consensos sociales y los devenires de la sociedad humana en acorde con este desarrollo de las sensibilidades de los demás y con el medio biológico al que pertenece el humano.
Sabe acotar su necesaria libertad en función de las alteraciones posibles del entorno que percibe.  
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Llamo Ética al resultado de este proceso.
No puedo relacionar de ninguna manera tal proceso con un planteamiento mental sobre si la ética es el bien o lo legal o referirla a una definición filosófica, religiosa o legislada. No veo por qué sublimar o enfatizar una actitud ética hablando de amor, de sentimientos como la empatía. Tal como se describe en este texto, no hay ninguna transcendencia en la ética. Es esencialmente inmanente a cada individualidad desde su potencial sensible, desde una naturaleza sabia que se revela cuando los moldes y las identificaciones se han relajado en el estado presente perceptible. La Ética es la estética del difícil proceso propio de cada ser humano que hace de la vida un arte. Acercarse desde su propia vivencia a una actitud ética hace de tal proceso el fundamento de la ecología personal y social, la transparencia en la vida pública, la participación en la polis donde los conflictos de intereses y las visiones reducidas al individuo o a un sólo grupo no tienen lugar.  Es incompatible con la aceleración del tiempo, la reducción virtual del espacio, no puede expresarse en una relación dominante-dominado, jerárquica,  y no reconoce en el individuo otra propiedad que su potencial sensible.


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Publicado por nessim para memento el 2/25/2013 08:45:00 p.m.

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